Hay algo que siempre debemos recordar: la importancia de iniciar, esforzarse e ir más allá de la comodidad.
Porque la evolución no ocurre cuando todo fluye fácilmente, sino cuando te obligas a hacer aquello que no te gusta, que incomoda o que te reta. Ahí es donde realmente comienzas a transformarte.
El espíritu se templa en la disciplina, en la constancia y en la decisión de no ceder ante la pereza mental que te invita a postergar.
Muchas veces dejamos pasar las cosas, las posponemos, nos justificamos, procrastinamos.
Y así, poco a poco, el ego gana terreno, porque se alimenta de esa inercia, de esa falta de voluntad para actuar.
Hay que empezar, hacerlo, obligarse incluso cuando no se quiera, porque es en ese esfuerzo consciente donde se despierta la verdadera fuerza interior.
Entonces, ¡haz rápidamente todo lo que no te guste!
La misma enseñanza se las puedo compartir a ustedes, para que no pierdan su tiempo. Si no lo hacen, todo lo postergan.
Y entonces surgen las frases que tanto repetimos:
“¡Ah, ya estoy cansado!”
“¡Ay, ya no pienso bien!”
“¡Ah, ya no razono!”
Fíjense en todas las tonterías que se decretan.
Cada palabra que pronunciamos tiene poder, y cuando declaras cansancio, confusión o desánimo, le estás entregando tu energía al ego.
Pero recordemos lo que ya hemos dicho: Dios es tu refugio y tu fuerza.
Entonces, ¿por qué decir “ya me cansé”? El cansancio no es más que una idea mental.
Sí, el cuerpo puede sentirse fatigado, pero… ¿acaso Dios no es infinitamente más que el cuerpo?
¿Acaso Él, que es el creador de todo, no podría entregarte una sola pizca de Su energía —una chispa divina— capaz de hacerte trabajar el doble con alegría y claridad?
Pero no quieren llevarse a ese lugar.
Cuando lo hagan es cuando van a desencarnar al ego. Van a aniquilar el ego en ustedes y van a empezar encarnar al espíritu en su propio cuerpo y se van auto reconocer.
Entonces si vas a saber cómo que llamas. Comienzas a distinguir claramente la diferencia entre quién eres verdaderamente y el vehículo que ocupas.
Y cuando eso sucede, tu percepción se expande. Empiezas a tener contacto con infinidad de cosas que no imaginabas que existían, porque aún no te das permiso de tener esa comunicación, porque le das tanta cabida al ego.
Así que esta es la invitación:
reflexiona, obsérvate, y no te rindas ante la mente que se queja o posterga.
Esfuérzate, haz lo que no te gusta, haz lo que te cuesta, y hazlo con consciencia.
Porque es ahí, justo ahí, donde empieza el verdadero despertar.
Te invito a observarte con sinceridad.
Elige una acción que has estado evitando, y hazla hoy, con plena consciencia.
No como una obligación, sino como un acto de entrega.
Ahí, en ese pequeño esfuerzo, empieza el camino hacia tu verdadera fuerza espiritual.